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Pastores: Tito y Delmy Escalante

Visión

"Ser una congregación de gente sana y libre que bendice a sus miembros y amigos con el Evangelio de Jesucristo en un ambiente de amor, respeto y aceptación"

viernes, 11 de noviembre de 2011

La Misión de la Iglesia

Definir la misión de la iglesia ha sido una de las grandes dificultades del cristianismo, algunos piensan que la iglesia existe para darle culto a Dios, otros creen que la iglesia tiene como misión fundamental “ganar almas” para Cristo, hay quienes han pensado que la misión de la iglesia es apoderarse del poder político y económico de este mundo. Es decir que la cantidad de opiniones que hay dentro de los círculos cristianos es tan diversa, que en ocasiones las diferencias entre una comunidad cristiana y otra igualmente cristiana son irreconciliables.

Sin embargo el evangelio declara en Mateo 9:35-38: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies
”. (Biblia, RV1960) Este pasaje muy conocido contiene de alguna manera definida la misión de la iglesia, establece en primer lugar lo que Jesús hacía, en segundo lugar define la realidad de la gente y en tercer lugar plantea un escenario en el cual faltan actores.

A partir de esto podemos afirmar que desde la perspectiva de Jesús la misión de la iglesia está profundamente ligada al trabajo pastoral; al cuidado de las personas, así como un pastor cuida de sus ovejas. Y aunque hace una clara diferenciación entre el pastor que ama el rebaño y aquel que ha sido contratado para cuidarlas con la frialdad del profesionalismo. No por esto se desmerece el trabajo pastoral. Por el contrario, aunque en la época de Jesús el oficio pastoral era menospreciado posiblemente por sus escasas ganancias económicas, con todo y esto a Jesús se le puede leer en las narraciones de los evangelios frecuentemente exaltando el oficio pastoral, al punto que en Juan 10:11 y 10:14 Jesús se define a sí mismo como el buen pastor.

En Mateo 18:11-12 el evangelio narra: “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?”. Es decir entonces que la misión de Jesús fue ser el Gran Pastor de Israel. Y la misión de la iglesia no puede ser diferente a la misión de su gran líder y Señor. El interés por los extraviados es la prioridad en el Evangelio, y curiosamente el pecador es el que ha errado el blanco, ha perdido el norte de su vida y se encuentra perdido. No se trata de una oracioncita para salvar el alma, se trata de que alguien se ocupe de llevarle la vida de Jesús. El mensaje del evangelio debe ser algo más que una utopía idealista, al punto que se pueda materializar, así como el Hijo de Dios se hizo hombre y habitó entre los seres humanos[1], de la misma manera el evangelio del Reino de los cielos debe tener un impacto tangible en la vida con la que se encuentra.

La iglesia del siglo XXI no puede extraviarse tras modelos eclesiásticos alejados del evangelio del Nuevo Testamento. Por tentador que sea querer ver la iglesia como la empresa familiar, como un club social, como una escuela para teorizar o como un teatro en donde los talentos de los virtuosos son expuestos, los verdaderos pastores deben resistir hasta las últimas consecuencias[2] siendo fieles a la vocación para la cual han sido elegidos. La misión del pueblo de Dios es demostrar el amor de Dios a los extraviados, los que sufren violencia, a los que padecen necesidad.

En el presente ensayo se hace un acercamiento a la realidad de la iglesia cristiana evangélica en América Latina, principalmente a las características de las denominaciones históricas en relación al trabajo pastoral y a algunas creencias que han afectado el nivel de compromiso de las congregaciones con la realidad nacional. Además se hace una reflexión sobre la influencia de los valores, creencias e ideología de los misioneros en la manera de pensar de los pastores y congregaciones en América Latina. Sin pretender minimizar el lugar que como pioneros tienen en la historia del cristianismo evangélico en América Latina y lo invaluable y sacrificada que fue su labor.

Existe una serie de factores de se interponen en la misión bíblica del cristianismo evangélico en América Latina. Por lo que es necesario reflexionar en cuáles son, y la manera en la que estos están impidiendo desarrollar ministerios, con una misión integral, que conduzcan a los receptores del evangelio a una mejora sustancial en la calidad de vida. Seguramente no es fácil predicar un evangelio completo en un mundo religioso que ha separado las realidades de la vida humana y las ha vuelto irreconciliables. Una sociedad cristiana que ha sobrevalorado la vida eterna en detrimento de la vida temporal. Haciendo todo lo contrario a la predicación y acción de Jesús, quién les anunció el evangelio del Reino de los cielos; pero que luego les satisfizo el hambre con pan de la tierra[3].

Además, se plantean reflexiones sobre el mensaje de Cristo registrado en los evangelios, en relación al interés de Dios en las personas menos favorecidas de la sociedad, desde las aportaciones proporcionadas por la Teología Latinoamericana. Y las implicaciones que una relectura del evangelio a patir de la realidad de América latina ha tenido en el mundo cristiano, y cómo este nuevo acercamiento a la Palabra de Dios, ha impulsado ministerios que se esfuerzan por ir más allá de las meras palabras e ideas; convirtiendo en tortillas, huevos, leche, frijoles, arroz, techo, ropa, calzado y educación el evangelio.

Por último se hace una propuesta de los elementos que deben caracterizar la labor pastoral en América Latina, y los peligros que conlleva involucrarse en el servicio al prójimo por razones equivocadas, es decir: egoístas, mezquinas y perversas. La instrucción de Jesús Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies[4] sigue estando vigente en América Latina. No solo la iglesia, sino la nación entera demanda de verdaderos pastores que atiendan a la voz del Maestro, y decidan abandonar la comodidad de sus sillas pastorales y sus púlpitos cada fin de semana, que tengan el atrevimiento de quitarse sus costosos trajes y corbatas de seda, para arremangarse las mangas de sus camisas y comenzar a caminar en medio del pueblo, de este rebaño del Señor que deambula como ovejas sin pastor. Muchas de ellas heridas por algún trasquilador aprovechado, que utilizando disfraz de pastor tomó ventaja de la inocencia y la sencillez de nuestra gente.



[1] Juan 1:14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Biblia Reina Valera 1960)

[2] Hebreos 12:4 “Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”

[3] Mateo 14:16-21

[4] Mateo 9:38