El Hombre Nuevo

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”

Juan 3:1-3

Los seres humanos deseamos que las cosas cambien sin disponernos nosotros a cambiar.

El mundo puede cambiar si cambiamos los individuos

El cambio colectivo requiere del cambio individual

Para que la sociedad cambie deben cambiar las personas que la componen

Es equivocado esperar que los otros cambien, pues ellos están esperando lo mismo de nosotros.

Los peligros de los cambios cosméticos

Los cambios más fáciles son los que se quedan en el plano de lo cosmético y superficial.

Sin embargo con maquillar una llago no estamos logrando una verdadera sanidad.

Se requiere encontrar la raíz de la infección para que el dolor desaparezca.

Si nos vemos bien pero nos sentimos mal, debe haber algo que no esta bien.

El cambio superficial es una ilusión óptica que no cambia la realidad.

La única solución es el nuevo hombre

La solución es que lo viejo deje de ser para que lo nuevo pueda surgir.

Humanamente esto es imposible.

Algunas culturas han promovido la Eugenesia que tiene que ver con la selección de los mejores genes para garantizar   la subsistencia de la raza humana.

Hitler creía que la raza aria era superior y por lo tanto decidió el exterminio de aquellas etnias (razas) que él consideraba inferiores. Y de las personas que presentaban alguna discapacidad.

Hoy día se trabaja en el mapa del genoma humano, que proporcionaría a las personas la información necesaria para determinar quiénes serían los humanos que llenaría los requisitos óptimos para la preservación de la humanidad

¿Cómo puede un ser humano lograr el cambio verdadero? La respuesta a esta pregunta se encuentra en el pasaje de Juan capítulo 3 que hemos leído.  Es necesario el  nuevo nacimiento. Y esto comienza entregándole la vida a Cristo.

¿Cuántos de los que estamos aquí hemos nacido de nuevo?

¿Qué se necesita para nacer de nuevo?

La respuesta es: Hacer una oración de dedicación de nuestra vida a Dios.